jueves, 8 de abril de 2010

Reflexiones de una mente aparcando en paralelo.

A veces toca romper con el pasado.
Posiblemente porque viendo los sucesos pasados hayamos creado patrones de comportamiento, de actuación o, aunque suene ridículo, de emoción.
Seguramente no respondemos igual a una ruptura amorosa ahora que hace unos años, cuando creíamos en la inocencia ajena y aún no nos habíamos llevado ningún "impacto frontal importante".
Muchas veces vamos conduciendo por la vida sin cinturón de seguridad. Quizás porque nos resulta incómodo, porque nos limita, porque nos incapacita para hacer otras cosas. Con el paso del tiempo, otro "coche" nos golpea, nos destroza, nos aniquila, hace pedazos nuestro motor. En ese momento no sólo nos ponemos el dichoso cinturón de seguridad, sino que cuando "salimos de nuevo a la carretera", pensamos hasta en la idea de ponernos casco.
La idea no resulta muy descabellada después de todo...El único problema es que el siguiente coche con el que conduzcamos vea innecesarias todas esas medidas de seguridad.
Las consecuencias de un accidente emocional no sólo se las lleva el conductor, sino el coche que viene después.