domingo, 25 de septiembre de 2011

Una vida inesperada

Cuando era una niña pequeña, pensaba que entendía como funcionaban las cosas. Las chicas crecían y se casaban con los chicos. Los padres llevaban a sus hijas al altar. Había un orden para las cosas: primero venía el amor, luego venía el matrimonio, luego un carísimo y ridiculamente complicado carrito de bebé. Cuando crecí me dí cuenta de que no era necesariamente así. Las chicas pueden casarse con chicas y los chicos con chicos. Las madres pueden llevar a sus hijas al altar. Y los hijos pueden venir antes que el amor y el matrimonio. Me ha llevado 32 años descubrir quien quería ser. Y lo que he aprendido es que es una elección que haces cada día que te lleva a donde quieres estar y con quien quieres estar. Es necesario apreciar lo que ha ocurrido en tu vida para llegar a este punto. Significa estar dispuesto a comprometerse, sin garantías. Significa que, aceptando la realidad, simplemente podrías conseguir la fantasía con la que siempre soñaste.

Primeros auxilios emocionales.

Crees que se ha ido.
Que no va a volver.
Que es algo que das por perdido.
Que jamás volverás a sentirte así.
Pero vuelve, vuelve como si nunca se hubiera ido.
Te retuerce, te hace sufrir de nuevo.
Te duele como antes.
La herida nunca ha dejado de estar abierta.
No vale de nada que la cures y la tapes con una tirita, porque al final, cuando la tirita se caiga, la herida estará como al principio. Dicen que es mejor dejarlo al aire y que cicatrice sólo, que quizás cuando te quites la costra sin querer, vuelva a abrirse y a sangrar, pero se cerrará. Porque tiene que hacerlo, ¿no?
He oído que "la pena dura tanto como quieras tú seguir llorando" pero, ¿qué pasa si simplemente no puedo dejar de llorar o si aunque no llore, la pena sigue ahí? No siempre llorar es signo de que las cosas van mal. Hace mucho que no lloro de la emoción, pero sé que ese sentimiento existe.
Quisiera pensar que un poco de tiritas y betadine, también conocidos como tiempo y paciencia, puedan curarlo todo, pero a veces no basta, no es suficiente con aislar la herida e ignorarla porque aunque hagas caso omiso, sigue ahí.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Bye 90-60-90

En mi eterna misión de la subida de la autoestima femenina no he sabido encontrar mejor ejemplo que ella: Christina Hendricks.
Un pibón, porque no no hay otra manera de describirla. Es una mujer que a mi me enamoró en Mad Men y a la que después de ver en varias sesiones fotográficas he de decir que la adoro. No cumple con el famoso canon de perfección de 90-60-90 pero eso no le ha impedido convertirse en la más sexy arrebatándole el puesto a la mismísima Megan Fox. Puede que Christina no cumpla los canones o que no le presten ropa los diseñadores para los preseestrenos (cosa que no tengo muy clara que sea cierta) pero a pesar de ello, ha salido en la prestigiosa revista GQ (versión UK) mostrándonos su lado más sexy (Si es que ese lado no había quedado suficientemente destacada aún con ropa).
Os dejo con las fotos, porque...ME ENCANTAN.




Creo que ya no queda ninguna duda, ¿verdad?

¿Ha muerto el amor de verdad?

Ayer a cosa así de las 2 de la mañana recibí la oleada de ofertas de todos los días al mail. Hubo una que me llamo concretamente la atención: Divorcio exprés al 56% de descuento. No podía creérmelo. ¿Realmente la gente se divorciaba tanto como para que hubiera ofertas de divorcios? ¿Qué ha pasado con eso de que el matrimonio es para siempre? ¿Qué ocurre con el amor eterno?
Que ha muerto.
No. No ha muerto, lo hemos matado.
Hemos agotado el amor de verdad a base de polvos rápidos, rollos de una noche y líos mentales.
¿Dónde quedó el conocer a la persona? ¿En no acostarte con desconocidos? Joder, ¿dónde ha quedado el romanticismo? Dime, ¿tú lo has visto? Creo que se evaporó junto con el optimismo y la esperanza al empezar una nueva relación.
¿Qué fue del levántate y sigue? Pues que nos caímos demasiadas veces sobre un suelo frío y sobre un mar de desilusiones. Nunca el tiempo es perdido, pero a veces, lo parece.
En ocasiones quisiera volver a esa época donde tu novio era tu mejor amigo de clase al que enganchabas del brazo y al que dabas besos en las mejillas mientras ambos enrojecíais. ¿Dónde quedó ese amor tan inocente y tan bonito?
Problema: que eso de un clavo saca a otro clavo nos lo han inculcado demasiado creo yo.
Lo queremos todo. Queremos un polvo salvaje y desenfrenado, queremos un polvo romántico, queremos cenas a la luz de la luna y con velas, queremos cenas improvisadas, queremos besos rápidos e intensos, queremos morreos apasionados y románticos en el portal, lo queremos todo. Ya lo dice Pereza, "dame que aún te queda, dame un poco más, dame que lo quiero todo".
Espero que aún quede esperanza, porque yo sigo esperando encontrar otra vez a alguien con quien tenerlo todo, porque soy así de egoísta. Lo quiero TODO.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

¿Amistad?

Hace poco comencé a escuchar entre conocidos y amigos míos que la amistad no existe. Que la amistad es un concepto "pasado de moda". La falsedad se ha apoderado de la amistad y el rencor junto con nuestra afición de criticar impiden cualquier clase de vínculo amistoso. ¿Qué clase de valores tenemos que ahora que ya no conservamos ni a nuestros amigos?
Recuerdo de pequeña que mis amigos seguían conmigo desde preescolar hasta finalizada la E.S.O y eramos inseparables. Pero ya entonces me llevaba mejor con unos o con otros según el año. La diferencia es que todos estábamos en el mismo grupo de amigos y, quieras que no, eso te hace seguir manteniendo el contacto con todos. Pero, años después, ¿qué te impide desaparecer del mundo para aquellos a los que no quieres como amigos?
A lo largo de los años me he dado cuenta de que el mundo es realmente un pañuelo, que cuando menos te lo esperas puedes encontrarte a quien menos quieres ver y que ya vale que pienses en no encontrarte a alguien para que aparezca de repente.
También de propia experiencia puedo decir que los verdaderos amigos deben estar para todo. No sólo para ser tu hombro sobre el que llorar cuando las cosas están mal, también para celebrar las alegrías, reírte con ellos. Los grandes gestos deben salir de cada uno y si no salen, no salen. A veces nos gusta encasillar el comportamiento de la gente y no debe ser así, muchas veces creemos que porque alguien no hable mucho es que está enfadado con nosotros, pero es que hay gente que es así. No a todos nos sale tener grandes gestos o acertar con ciertos comportamientos. Cada uno somos como somos y si nuestros amigos verdaderamente nos aprecian, deberían aceptarnos tal y como somos con nuestras cualidades y nuestras mierdas.
Ya no vale con ponernos a jugar con alguien a la pelota para formarnos una amistad. La amistad requiere esfuerzo, dedicación, paciencia, tiempo y constancia.
No engañaré a nadie y admitiré sinceramente que no trato igual a todos mis amigos. Digamos que mi umbral de aguante varia según la persona. No es favoritismo, son un montón de factores agrupados. También es cierto que yo no soy la persona que más amistades conserva y, puestos a decirlo, he cometido muchas elecciones desafortunadas en cuanto a amistades se refiere.
Mi consejo, si de verdad les aprecias, curratelo. Si son unos hijos de puta, suda.

Visto.

Me gusta imaginarme esto. Ultimamente ronda de manera constante en mi cabeza, es cerrar los ojos y que aparezca en mi mente una imagen clara y concisa. Él está al fondo de un largo pasillo, decorado con lámparas de araña y columnas altísimas, todo es perfecto. Todo parece real. Ella va con un vestido rojo, de cola, con el pelo recogido en un moño bajo y su risa, aunque es débil, se escucha en todo el pasillo. Él está hablando con alguien y le dice: "Sé que las cosas van mal, pero la miro y con su sonrisa sé que las cosas tienen que empezar a ir bien de un momento a otro, ¿cómo no van a ir bien si ella esta conmigo?"
Parece una tontería pero ultimamente esa secuencia se repite de manera constante en mi cabeza.
Después ella sonríe. Sin risa, sin sonido. Pero desprende confianza, agrado... Me gusta.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Miss. Missed.

En ocasiones maldigo mi maldita memoria asociativa... Cada canción, cada frase tonta, cada risa, cada momento en el tiempo... Todo hace que me acuerde un poco de ti. Quizás sea lo que hay encima de mi pecho lo que me hace pensar de más. Quizás sean mis oídos, reproduciendo constantemente todas esas canciones tan nuestras. Quizás sea cosa de los alucinógenos, los duendes me lo dicen demasiado ultimamente.
Será que no aprendo. Soy demasiado lista como para creer que puedo aprender algo.