viernes, 25 de mayo de 2012

Aún escucho el eco de los violines. ¡Qué triste!

Aún sin ser en acústico, aún sin ser en tu salón, aún sin ser contigo... A veces cierro los ojos y siento que puedo escucharlo. Tan nítido como la última vez, sintiéndome igual, sintiendo lo mismo... Sólo he de coger los cascos y relajarme.
Puedo verte sonreír mientras cantas.
Escucho cada acorde como si estuviese a dos metros de ti. Como antes.
Al abrir los ojos creo que no habrá tiempo suficiente en el mundo para acercarnos lo suficiente como para no notar que en algún momento determinado, tal como ahora, la distancia entre nosotros era infinita.
Siento que me da un vuelco el corazón cuando escucho la que siempre será nuestra canción, en su mejor versión. Apenas puedo escucharla entera sin que una lagrimita asome por mis ojos y caiga por mi cara.
A veces creo que debería hacer como dice esa canción y "mejor callar y hacer del cielo un desván".
Hay cosas que están mejor bajo llave, donde nadie pueda acceder a ellas.

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