miércoles, 20 de enero de 2010

Tú y yo, sólo tú y yo. Ni siempre ni nunca.

Me desnuda lentamente con la mirada.
Me muerdo el labio, veo como deja ver su sonrisa picarona mientras rie con una carcajada ahogada en el sofoco incesante de su voz.
Me toca el hombro, sabe que me gusta.
Después deja que dos de sus dedos bajen un fino tirante de raso que se posa tímidamente sobre mis hombros.
El vestido cae.
Como por incercia, cae.
Mis manos se deslizan rápidas pero tímidas sobre su cuerpo, me gusta.
Me hace estremecer.
Le quito la camiseta.
Sonríe.
Me coge en brazos y me tumba.
Acaricia mi pelo mientras sus labios acarician los mios.
En ese instante, soy feliz.
Más tarde, miramos atontados por la ventada.
Aún siento como, tras mi palacio de cristal, puedo ver como el mundo gira a nuestro alrededor.





A ti, haces que me quede sin respiración.

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