martes, 14 de septiembre de 2010

Nunca podrás asegurar un final feliz, pero sí un comienzo especial

Son las siete de la mañana.
Un pequeño haz de luz se cuela por la ventana. Me hace dar un par de vueltas en la cama. Me topo con tu cara. Esa pequeña naricita respingona sobre la que me gusta apoyar la mía mientras miro esos pequeños ojos azules en los que podría hundir cada uno de mis pensamientos.
Te doy un beso. Una sonrisa de las tuyas aparece. Me hace sonreír. No puedo evitarlo. Quizás es que no quiero hacerlo tampoco.
Me giro. Ya sabes que me gusta que me abraces mientras duermo. Me agrada sentir el calor de tu cuerpo sobre mí.
Casi al segundo noto tu brazo sobre mí. Me aferro a él. Es una sensación especial. Casi descriptible como única.
Realmente todo lo que siento contigo me hace sentir única. Posiblemente nunca volveré a sentirme así, pero eso es la gracia de todo esto, ¿no?.

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