domingo, 25 de septiembre de 2011

Una vida inesperada

Cuando era una niña pequeña, pensaba que entendía como funcionaban las cosas. Las chicas crecían y se casaban con los chicos. Los padres llevaban a sus hijas al altar. Había un orden para las cosas: primero venía el amor, luego venía el matrimonio, luego un carísimo y ridiculamente complicado carrito de bebé. Cuando crecí me dí cuenta de que no era necesariamente así. Las chicas pueden casarse con chicas y los chicos con chicos. Las madres pueden llevar a sus hijas al altar. Y los hijos pueden venir antes que el amor y el matrimonio. Me ha llevado 32 años descubrir quien quería ser. Y lo que he aprendido es que es una elección que haces cada día que te lleva a donde quieres estar y con quien quieres estar. Es necesario apreciar lo que ha ocurrido en tu vida para llegar a este punto. Significa estar dispuesto a comprometerse, sin garantías. Significa que, aceptando la realidad, simplemente podrías conseguir la fantasía con la que siempre soñaste.

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